Según la Real Academia de la Lengua Española,
una crisis se define como “un cambio
profundo y de consecuencias importantes en
un proceso o una situación, o en la manera
que éstos son apreciados”*
Generalmente, los momentos de crisis se
caracterizan por ser periodos altamente
inestables, que ante la complejidad de la
situación, pueden irrumpir el escenario y
alterar significativamente el desenlace de
los acontecimientos. Bajo este contexto, es
posible afirmar que todas las
organizaciones, independiente del sector al
que pertenezcan o de la naturaleza de su
negocio, son susceptibles a impactos o
transformaciones profundas que se
desencadenan en su gran mayoría, por eventos
aleatorios y complejos. Nótese que los
eventos que pueden causar una crisis son de
ocurrencia aleatoria (es decir, que es
imposible predecir el momento exacto en el
que va a ocurrir). Sin embargo, ello no
significa que sea imposible prever su
posible ocurrencia, y por tanto, estar
preparados para ello. En la dimensión de las
comunicaciones estratégicas, una crisis es
valorada desde el potencial que tenga de
generar impactos o transformaciones en la
reputación de la organización y su marca.
Así, vale la pena resaltar que si bien las
crisis tienen el potencial de generar
impactos negativos en las organizaciones,
también pueden transformarse en
oportunidades para generar ventajas
comparativas en las organizaciones. De allí,
la importancia de contar con estrategias y
planes de acción que permitan identificar
una crisis a tiempo, valorar el impacto que
ésta pueda tener para la organización y
establecer rutas de acción para su gestión.